viernes, 1 de agosto de 2008

Límites





(extraído de La Maternidad - Laura Gutman, Ed Del Nuevo Extremo BsAs 2003)

EL TIEMPO REAL DE DEDICACIÓN EXCLUSIVA PARA CON LOS NIÑOS

Cuando los padres consultan por los "niños que no tienen límites" suelo sugerirles una tarea muy difícil. No importa cuál sea la edad del niño en cuestión, les pido que se organicen para quedarse quince minutos sentados con la cola en el piso en el cuarto de los niños sin hacer nada. Repito: sin hacer nada. No es necesario que jueguen con el niño si él no lo requiere. Sólo deben observarlo y estar disponibles. Les solicito que en la próxima entrevista me relaten qué paso.

Aunque parezca increíble, casi ninguna madre lo logra. Alguna vez sonó el teléfono, otra vez llegaron tarde de una fiesta de cumpleaños, otro día hicieron las compras, en otra ocasión se enfermó la suegra. Concretamente se dan cuenta de los obstáculos físicos y emocionales que la mayoría de los adultos tenemos para ocuparon quince minutos por día en exclusiva, de nuestros hijos, a quienes denominamos el sol de nuestras vidas. No parecería cierto que fueran lo más importante para nosotros, ya que siempre hay situaciones prioritarias para atender. Los niños esperan, eternamente esperan que nos desocupemos para poder atenderlos con la cabeza y el corazón dispuestos por completo a sus requerimientos. En la vida cotidiana ese instante nunca llega.

Para hacer más gráfica la vivencia del niño, suelo pedir a los padres que me relaten con lujo de detalles el desarrollo de un día común, por ejemplo, un martes. Luego les pido que me relaten lo mismo como si fuera el niño que cuenta el trasncruso de la jornada. Es muy revelador. Y más aún cuando les pido que me cuenten cómo es un domingo, cuando se supone que no hay presiones de trabajo, horarios ni apuros. Y descubren que los domingos los niños están aún más solos que
durante la agitada semana laboral, y que tampoco el domingo lograron sentarse quince minutos con la cola en el piso.

Permanecer quietos junto al niño permite que el niño se aquiete sin riesgos. Las madres hacemos exactamente lo contrario: cuando están tranquilos, huimos a preparar las milanesas "aprovechando" que están entretenidos. Entonces el niño interpreta: "cuando estoy tranquilo y juego solo, pierdo a mi mamá. Por consiguiente, si molesto, reclamo, lloro.... mi mamá se queda conmigo". A la inversa: si el niño juega tranquilo y las madres permanecemos serenamente en el cuarto leyendo un libro, pero disponibles, el niño aprende que, si juega solo, no hay riesgos de perder a la mamá. Es decir, juega solo pero no está solo. Es un pequeña gran diferencia. No es una pérdida de tiempo detenerse unos instantes cada día, aunque en apariencia el niño no nos hable ni nos solicite nada concreto. Porque lo que aprehende es la capacidad de autosatisfacerse, de serenarse, de saber que puede pedir lo se desde el "pedido original", que será escuchado y contemplado. Y que no se convertirá en un "niño sin límites" sino en un niño que comunica lo que le pasa.

Lamentablemente, hoy en día está muy de moda hablar de "los límites". De hecho, me invitan con frecuencia a dar conferencias sobre los famosos límites. Pero llegó la hora de dejar la soberbia y el autoritarismo y volcarse hacia el interior de nosotros mismos. De bucear y encontrar qué es lo que no hemos compartido con los niños, pero , por sobre todo, que es lo que nos negamos con terquedad a admitir. Por lo general tiene que ver con las limitaciones afectivas que tenemos los adultos, que nos impiden relacionarnos con el alma al descubierto. Los niños nos reclaman a gritos que abandonemos los disfraces y que nos hagamos cargo de construir los vínculos desde la realidad emocional de cada uno.

Laura Gutman es psicoterapeuta familiar, especializada en la atención de madres de niño pequeños y parejas. Nació en BsAs en 1958 y vivió en París de 1976 a 1988. Allí se graduó como psicopedagoga clínica y fue discípula de Francoise Dolto.
Más info en www.lauragutman.com.ar

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